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Querido diario…

5 Dic

¿Quién no ha tenido nunca un diario, un cuaderno en el que anotar, día tras día, las vivencias y pensamientos personales? ¿Quién no ha seguido jamás este ideal romántico de registrar para la posteridad las experiencias vitales propias? Vale, yo mismo, sin ir más lejos. Jamás he tenido un diario, y aunque alguna vez me planteé empezar uno, la idea de escribir algo sobre mis días (y mis noches) se me antojaba tan aburrida y despertaba en mí tamaña pereza -comparable a la que me produce a veces escribir en este blog-, que nunca pasé del primer día. ¿Para qué escribir un diario, si me acuerdo perfectamente de todo? Y si de algo no me acuerdo, finjo que no ha sucedido nunca y en paz. Además, un diario no es un buen sitio para guardar secretos o cosas que sencillamente no queremos que todo el mundo sepa, no me parece un buen lugar en el que poner la completa identidad al descubierto. Estoy cansado de ver en las películas cómo la gente encomienda su intimidad a estos pequeños cuadernos y luego va cualquier desaprensivo y se entera de todo. Definitivamente no, no quiero tener un diario.

Y ahora llega la parte en la que muestro lo tonto que soy y entro en contradicción conmigo mismo, porque resulta que sí tengo un diario. En realidad, me temo, a falta de uno, tengo dos. A pesar de no gustarme la idea y de no tener la disciplina necesaria para llevar un diario, hay un par de lugares donde registro aquello que me sucede y en los que revelo aspectos sobre mí a los que no tiene acceso todo el mundo. En mi descargo he de alegar, eso sí, que hasta ahora jamás había considerado tener una cuenta en Facebook y Twitter desde la perspectiva de llevar un diario, pero si lo pienso detenidamente, la funcionalidad es la misma. En Facebook y Twitter publico detalles de mi vida, mis relaciones sociales, mis actividades… toda una serie de aspectos privados que quedan registrados y organizados de manera cronológica. Vamos, igual que en un diario.

Si alguien no me cree, que haga esta sencilla prueba. Entra en tu perfil de Facebook o de Twitter, remóntate hasta llegar a las primeras entradas publicadas tras la creación de la cuenta y ve avanzando. ¿Es o no es un diario? Y si nos da esa sensación con tan sólo un par de años de publicaciones, dentro de algún tiempo todavía nos lo parecerá más. Sin darnos cuenta hemos llevado puntualmente un registro vital. Incluso aquellos que somos reticentes a hacerlo en papel lo estamos llevando a cabo en la red.

El caso es que quizás no sea tan mala idea, después de todo, usar Twitter o Facebook para esta función –secundaria, eso sí-. Como apunté más arriba, los principales motivos por los que jamás tuve un diario eran la pereza y la privacidad. Pues bien, con estas herramientas ya no hay excusa. Hacer anotaciones en Twitter y Facebook es realmente sencillo: no requiere sofisticación ni elaboración, a veces ni siquiera es necesario escribir nada y basta con confirmar la asistencia a un evento, subir una foto, etiquetarse… Controlar quién tiene acceso a las publicaciones también es posible –aunque no tan simple como lo anterior-. Superados estos dos inconvenientes he de reconocer que tener un diario jamás fue tan fácil… ni tan involuntario, claro.

Dentro de unos años volveré a hacer la prueba, revisaré mis registros más antiguos y recordaré aquello que los provocó. Quién sabe… quizás hasta haya incluso material para hacer una película o un cortometraje. O quizás esta idea ya la ha tenido alguien. Buenas noches, querido diario 😉