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La toalla de Montse

18 Nov

Un brazo velludo, de hombre, abre una puerta y se encuentra con la oscuridad. Sobre el fondo negro aparecen unas letras en amarillo, que anuncian: “El vídeo porno de… Montse Nebrera”. Mediante un plano subjetivo nos vamos colando en una casa. Vemos una botella de cava (digo yo que será cava catalán y no champagne francés) y dos vasos medio llenos (o medio vacíos). Comenzamos a escuchar unos gemidos de mujer que provienen de otra habitación.

Las letras sobreimpresas van a ir apareciendo por todo el vídeo. “Cas Millet: 10 millions d’euros”; “Mitjans de comunicación COMPRATS! Amb el 4% dels teus diners”, “CIU té una SUBVENCIÓ de 16.504.261”, “El PSOE de 19.259.255”, “SOUS DELIRANTS: La presentadora de TVE Ana Blanco cobra 200.000€ a l’any”. 

El hombre del brazo velludo prosigue su camino y ahora encuentra en el suelo, esparcidas caóticamente, unas prendas de lencería negra muy sugerentes. También dos zapatos negros de tacón y lo que parece una blusa o una camisa blanca. El sofá está hecho un desastre y los cojines, desperdigados por ahí, han decidido independizarse. Los gemidos van a más. La cosa promete. 

El brazo velludo abre otra puerta que parece que será la definitiva. Qué nervios. Nos encontramos con una vista parcial de una cama deshecha que nos remite a todo menos a una noche tranquila. La luz que se cuela por la ventana delata que es de día, es una luz de mañana. 

De pronto, el hombre aparece en el césped del jardín, como huyendo. Se agazapa tras una planta y entrevé una piscina. A lo lejos, una tumbona y otras dos copas vacías. 

Los gemidos se intensifican y de pronto, estamos en el baño. Ahora en el pasillo. Si alguna vez hubo intención de hacer un plano secuencia hace tiempo que se mandó todo al carajo. Porque volvemos a entrar en el baño abriendo una puerta y aquí hay tanto lapsus de tiempo que la cosa empieza a parecer una peli de González Iñárritu. 

La mujer parece que está alcanzando el clímax. Y lo está haciendo en la ducha. Hay una toalla tirada por el suelo y una mampara de cristal traslúcido que emborrona lo que ya todos estamos deseando ver. Los gemidos son tan altos que bajamos el sonido de nuestro ordenador por si la gente de nuestro alrededor piensa que somos unos pervertidos. Vale que lo somos, pero que no lo piensen… 

El hombre del brazo velludo, sin ninguna contemplación abre la puerta de la ducha muy rápidamente, dispuesto a entrar con todo, pero… ¡sorpresa! No hay nadie. En lugar de una persona aparecen unas letras amarillas que dicen: “Planta Cara!! Ets lliure!”. 

Y de pronto… ¡zasca! Aparece Montse Nebrera con una toalla. Parece una pesadilla. No es precisamente sexy. El hombre velludo debe de estar dándose mordiscos en el pelo de sus brazos. 

Montse, que es una política catalana que antes era del PP, pero ya no, nos cuenta ahora que si hubieran querido hacer un escándalo para salir en los medios de comunicación, ella se habría quitado esta toalla, pero que ellos piensan que en política no todo vale. 

Claro, ¿para qué recurrir al morbo pudiendo hacer un vídeo en el que una mujer gime sola (porque habrá dos copas en todo el vídeo, pero ni rastro de otra persona; esa mujer lo está pasando bien sola) y todo ello bajo el punto de vista de un voyeur que además, por lo que parece, está cometiendo allanamiento de morada? La campaña está en todos los medios y no por lo que Montse dice sino por los gemidos in crescendo de la mujer fantasma. Es un ejemplo más de la utilización del sexo para captar la atención. ¿Nadie ha visto nunca un cartel de esos que rezan: “SEXO GRATIS. Ahora que he captado su atención, busco a mi perrito”. 

La verdad es que hay que aplaudir a los ideólogos de la campaña, porque han conseguido lo que querían. Además han logrado captar a le perfección la esencia de la política especialmente en periodo de campaña electoral: la doble moral.